Ante la situación económica y social actual, menos de tres por ciento de los jóvenes indígenas en Puebla cuentan con la posibilidad de estudiar un programa de nivel superior en una universidad, ya sea pública o privada. El investigador de la Universidad Iberoamericana, Yasmani Santana Colín, explicó que las instituciones de educación superior permanecen como un espacio de privilegio para algunos jóvenes.
“La universidad, pública o privada, permanece como un espacio de privilegio donde unos son más que otros. Las posibilidades de acceso a la educación para jóvenes indígenas oscilan entre el dos y el tres por ciento. Además del factor económico, las disparidades lingüísticas han supuesto para miles de jóvenes recibir una educación trastabillada y atravesada por la discriminación”, destacó el especialista.
Durante una conferencia organizada por la Universidad Iberoamericana Puebla, el investigador en educación y estudios Latinoamericanos resaltó que, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, comenzó el ingreso progresivo del sector indígena a la educación profesional, particularmente al magisterio; sin embargo, persiste una deuda.
“Las universidades se han centrado en construir y reproducir representaciones y conocimientos que apuntan a una mirada del mundo desde perspectivas hegemónicas”, explicó.
Ante los retos actuales, la educación superior simboliza la posibilidad de una mejor calidad de vida y, en particular, para las personas indígenas, representa una oportunidad de acceder a los códigos de la sociedad dominante.
“El costo es enfrentar discriminaciones basadas más en la compasión que en la hostilidad. Los jóvenes de comunidades se enfrentan a tratos diferenciados con una mirada paternalista”, resaltó el investigador.
En su análisis, Santana Colín destacó que una de las principales demandas de las comunidades indígenas a través del tiempo es la impartición de una educación intercultural, es decir, una alternativa que promueve y favorece dinámicas inclusivas en todos los procesos de socialización, aprendizaje y convivencia.
“Diferentes propuestas oficiales han derivado en nuevas formas de segregación, donde la diversidad es reducida a un perfil unidimensional. En cambio, los proyectos que han triunfado son aquellas que nacen en las comunidades desde el pleno conocimiento de los intereses y necesidades. El problema de los programas creados para estudiantes indígenas es que su oferta profesional suele acotarse a temáticas relacionadas con el manejo de territorios, lo cual, argumentan los jóvenes, se aprende en la praxis. Además, los perfiles de egreso pueden resultar ambiguos en espacios laborales urbanos”, finalizó.
AFM