La presidenta de la Comisión de Justicia, Olga Sánchez Cordero, destacó que la remuneración en el trabajo de las mujeres es inferior a la de los varones, y estas disparidades representan violencia laboral, pero son más drásticas cuando las trabajadoras se convierten en madres, pues los roles y estereotipos de género en el cuidado de los hijos tienen un impacto claro en las dinámicas del trabajo.
Legisladores, especialistas y académicos reconocieron que en México hay una brecha salarial entre lo que ganan los hombres y lo que ganan las mujeres, lo que genera discriminación, actos de hostigamiento y, en pocas palabras, violencia laboral.
En el ciclo de conferencias “Mujeres por una vida libre de violencia laboral”, la senadora de Morena aseveró que es difícil observar cuando dudan de la capacidad de las mujeres, pues se da con comentarios de este tipo: “de seguro le dieron el puesto porque tiene una relación con el jefe”, “¿para qué estudias, si vas a terminar casada?”, o “¿por qué vienes vestida así a la oficina?”.
Recordó una anécdota en la Suprema Corte de Justicia, cuando a una obrera embarazada la obligaron a renunciar, porque al patrón no le convenía que ella se tomará tres meses de ausencia, y “lo que hicimos fue reinstalarla con sus salarios caídos, porque ella interpuso el recurso y afortunadamente se actúo con perspectiva de género”.
Sánchez Cordero afirmó que los hombres tienen un incremento de ingresos laborales de 11 por ciento en un año, después de convertirse en padres, mientras que, un año después de convertirse en madres, las mujeres sufren una reducción de 33 por ciento de sus ingresos.
Esa es la diferencia, por lo que se trabaja en un sistema nacional de cuidados, a fin de incluirlo en el Plan Nacional 24-30; además, proponemos un plan de trabajo que suscriba quien asuma la coordinación de la defensa de la cuarta transformación.
Este sistema nacional de cuidados, explicó, es porque las niñas abandonan su educación secundaria para ir a trabajar de cuidadoras en su hogar, por lo que tenemos una generación de niñas que no culminan sus estudios y los abandonan.
Dijo que no se reconoce que hay siete millones de jefas de familia en el país y que se coinvierten en una carga cuando tienen hijos.
“Nosotros no podemos estar de acuerdo con esta violencia, porque tienen que compaginar una jornada laboral de ocho horas con la maternidad, con el trabajo doméstico no remunerado, y esto se vuelve una autentica hazaña.
Norma Baca Tavira, profesora de la Universidad Autónoma del Estado de México, dijo que, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 28 por ciento de las mujeres experimentaron algún tipo de violencia a lo largo de su vida laboral y los principales elementos de agresión que reciben son discriminación sexual.
Agregó que hay distintas formas en las que se puede presentar la discriminación laboral y muchas de las mujeres que sufren es por ser solteras, jóvenes y por su apariencia física.
“La violencia en el lugar de trabajo es una violación a sus derechos humanos y una amenaza a su dignidad y bienestar”.
La especialista en derechos humanos, Araceli García Rico, propuso impulsar acciones en los centros de trabajo, para lograr la perspectiva de género y los derechos humanos, ya que si no se atienden generan impunidad y repetición de conductas del personal acosador, además de la renuncia de personal calificado por acoso y hostigamiento sexual.
Indicó que se deben realizar cursos y talleres en los espacios de trabajo, para implementar una política de igualdad, así como impulsar la creación de estructuras en unidades de género y comités de ética, ya que, sin estos, no habrá confianza de las y los trabajadores para denunciar.
MAT