El cardo

Desde que tengo uso de razón he tenido presente a los cardos, en la ciudad o en el campo, son muy diversos, algunos bonitos y todos espinosos. Luego, ya con más edad, la palabra apareció en la poesía, en la literatura y hasta en el rock.

El nombre común que usamos en Latinoamérica para las asteráceas, de manera general, es el de cardo. EFE
César Cantú
Monterrey /

Nos refiere Wikipedia que las asteráceas, reúnen más de 23 mil 500 especies repartidas en unos mil 600 géneros, por lo que son la familia de Angiospermas con mayor riqueza y diversidad biológica. El nombre común que usamos en Latinoamérica para estas especies, de manera general, es el de cardo. Dicho vocablo tendría un origen “bereber” desde una raíz «qrd» con la idea de «pinchar, picar».

Desde que tengo uso de razón he tenido presente a los cardos, en la ciudad o en el campo, son muy diversos, algunos bonitos y todos espinosos.

Luego, ya con más edad, la palabra apareció en la poesía, en la literatura y hasta en el rock.

Quien no recuerda, sobre todo si su edad sobrepasa los dorados cincuenta, la célebre Rosa Blanca del poeta cubano José Martín, esa que dice:

Cultivo una rosa blanca, / En julio como en enero, / Para el amigo sincero / Que me da su mano franca. / Y para el cruel que me arranca / El corazón con que vivo, / Cardo ni ortiga cultivo: / Cultivo una rosa blanca.

El de José Emilio Pacheco, con una hostilidad cruda, donde el cardo como inmóvil escorpión, acecha y sabe que alguien irá a clavarse en sus púas. El cardo, dice, sólo sirve para herir, / sólo tiene lenguas / para la injuria. / Quiere vengarse de ser cardo. / Es la ofensa a todo. / El erizo que se difunde / para clavar su pica de rabia. / Y al cumplir su función morirse.

Gabriela Mistral, hace danzar al cardo poniendo al corazón de éste a volar con el viento.

Emilio Bobadilla, que le dice al canto mentiroso de políticos que ofrecen viviendas, lujos y un orden de vida: “Pero esta lucha épica, feroz y fratricida, / no hará de un cardo un cedro, ni un toro de una cabra.”

Me quedo, por hoy, parafraseando a León Gieco, roquero argentino de los 80 - 90, con aquello de que: Vengo desde un pueblo azul / donde el cardo juega con la luz / donde la tarde es tranquila / y es sencilla la tierra.

En fin, esto ha sido muy largo, para un solo cardo.

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