El escritor Hiram Ruvalcaba (Zapotlán el Grande, México, 1988) presenta su libro de cuentos Los inocentes, publicado por Ediciones ERA, donde reúne nueve relatos unidos por la violencia y la infancia.
“Cuando estaba planeando estos cuentos, la realidad es que me preguntaba en cuántas situaciones cotidianas, las infancias en nuestra realidad son vulnerables. La explotación laboral, sexual, emocional, es el tema que está reproduciéndose a lo largo de todas las historias”, dijo el autor a MILENIO.
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Son relatos crudos, repletos de miserias, homicidios, terror, donde nadie está a salvo y donde no existen finales felices.
“Pienso que en la vida real tiene que existir esperanza. Desde que soy papá debo tener un espacio en mi corazón para la esperanza porque de lo contrario cómo vive uno. Pero en este libro de relatos, me parece que nos encontramos en situaciones donde a los personajes les salen mal las cosas. A mí me gusta dejar en el lector una sensación muy presente de angustia, angustia por los personajes y la propia realidad que está reflejada de manera indirecta a través de estas historias”.
Las historias que cuenta el escritor son acerca de niños de la calle enfrentándose a la sociedad que los margina, una chica que se prostituye para sobrevivir, un padre en plena destrucción, una ama de casa harta de que la violenten.
“La razón por la que en estos cuentos hay una vinculación muy fuerte con el horror y violencia cotidiana es para mostrar realidades. El tema con mi literatura es poner dedos en llagas, es decir que ‘aquí está pasando esto’. Hay un problema de descomposición social y lo enuncio porque quiero que reflexionemos al respecto, iniciar un diálogo que nos conduzca a la esperanza”, comentó.
El mundo a mostrar
La literatura tiene una función de denunciar, dice Ruvalcaba: “Me duele esto de mi país, de mi ciudad; la forma en que tratan a los niños, a las mujeres, a los indígenas, a los migrantes; me duele y por eso lo enuncio, platiquemos al respecto: ¿qué podemos hacer?, ¿cómo podemos mejorar las condiciones para encontrar esa esperanza?”
Los inocentes se compone de relatos como “A oscuras”, “Finales felices”, “El truco del sombrero”, “Paseo nocturno”, “Cuchillos japoneses” y “Los cachorros”, entre otros que no dejarán al lector indiferente por los temas, por el tono y porque el escritor no tiene piedad a la hora de contar las historias.
“Me parece que los libros que más me han marcado y a los que he vuelto a lo largo de mi vida no me dejaron inmune. Creo que un buen libro tiene que tocarte, transformarte y en la transformación del personaje, también hay una del lector y del escritor. Honestamente nunca he abordado un proyecto literario sin antes preguntarme ¿por qué quiero hablar de este tema?, ¿qué voy a aprender? Porque es imposible que yo sepa todo, eso es puro pinche ego y no se puede escribir desde el ego, la escritura es un acto de humildad también con uno mismo”.
Hiram Ruvalcaba creció en una comunidad rural junto a sus padres, que fueron maestros, donde vio de cerca la miseria y padeció la pobreza.
“Es la realidad, el mundo que a mí me preocupa, el mundo al que yo quiero tratar de traer a la luz. Creo que abrir los ojos a la realidad no es exclusivamente chamba del autor, pero sí es muy importante, ¿qué está pasando en el mundo alrededor y qué puedo hacer yo para que esta situación mejore? En mi caso, además de tratar de ser activo en este aspecto que te menciono, creo que no callarme las cosas dolorosas es parte de mi chamba hacia mi propia comunidad”.
Un dato importante de Los inocentes es que los cuentos suceden en Tlayolan (nombre antiguo de Zapotlán) y en distintas comunidades.
“En la zona de Jalisco, la zona rulfiana, Tlayolan, pero no circunscribo mi obra a este espacio ficticio porque yo escribo sobre todo el sur de Jalisco. Trato de que toda esta zona que es mi zona geográfica se refleje en mi obra porque no tengo nada de la ciudad ‘grande’, digamos, no es nada contra los citadinos, la ciudad no me dice mucho. Entonces me parece que la realidad de la que yo hablo es una realidad a la que pertenece un buen porcentaje de la población”.
Finalmente, el escritor reveló que a pesar de la dureza y crueldad de sus cuentos, él es diferente.
“Cuando la gente me conoce no logran hacer una conexión directa con lo que escribo y lo que yo soy. Yo en realidad soy una persona muy alivianada, soy profesor y tengo que andar por la vida alivianando y esperanzando a los morros”.
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BSMM