La compañía La Trouppe, que logró posicionar a los payasos y a los títeres en los escenarios teatrales con un estilo propio, celebra 45 años de trayectoria con el montaje de Fandango Trupetero, un viaje intergaláctico por la cultura mexicana en el Centro Nacional de las Artes, el 12 y 13 de abril.
La mejor recompensa para ellos es ver sonreír a las niñas y los niños. En 45 años han hecho la película Calacán (1985) y 25 obras de teatro infantil en funciones en todos los estados. También han actuado en los mejores teatros de la República y en comunidades rurales, plazas, el desierto, frente al mar y hasta en la selva, asegura Sylvia Guevara (Lady Lucas), directora de la compañía.
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En entrevista exclusiva con MILENIO, cuenta que su estilo combina a títeres y payasos en cámara negra, con música y guiones originales porque no representan cuentos, crean sus propias historias.
Celebrar con humor, risa y fantasía 45 años de labor ininterrumpida es el mejor regalo para la compañía de teatro infantil porque ha superado dos terremotos (1985 y 2017) y sobrevivido a dos pandemias (influenza y covid). La directora incluye cambios de gobierno, devaluaciones y recortes a la cultura, “pero seguimos de pie”.
La artista comenta que continuarán por ese camino, aun con obstáculos, con el firme objetivo de hacer teatro de calidad para las infancias y la familia y que darán otras funciones de aniversario en foros como el Lunario y el Teatro de la Ciudad. El 30 de noviembre festejarán en este último con un espectáculo sinfónico con música en vivo y una selección de sus mejores obras.
¿Qué recuerdo con La Trouppe le ha dejado una sonrisa?
Desde hace 10 años tenemos la Fundación Truperías, nuestro propósito es acudir a lugares y a comunidades lejanas donde nunca llega el teatro, mucho menos la cultura, y vamos con toda nuestra producción
Hemos tenido momentos inolvidables, en una ocasión una niña se acercó a ver los títeres. Le levantaba una y otra vez el vestido a una muñequita que hicimos con una cuchara y vestimos de jarocha. Entonces preguntó “¿de dónde se prende?” porque los niños creen que hoy en día los juguetes son electrónicos y que usan baterías.
Otra niña nunca había visto una función de teatro y nos decía: “Esto no es como la televisión, pero tampoco es cine”. Le respondí yo que no y ella de inmediato reflexionó: “Es cine, pero en vivo”.
Una vez hicimos una gira por Michoacán cuando la violencia generaba mucha tensión. Todavía en la actualidad, pero eran los días en que estaba el ‘super malo’ en esa región. Nos mandaron a Tierra Caliente en medio del conflicto, íbamos rodeados de la policía y por primera vez después de muchos años la gente empezó a salir de sus casas. Fuimos y actuamos en la Ruana, Nueva Italia, Apatzingán y otros lados.
En ese viaje un niño nos seguía y de pronto me preguntó ‘¿este es su trabajo?’ Como diciendo "¿de esto viven? ¿de divertirse?" Nos seguía y volvió a preguntar ‘¿pero por esto les pagan?’
Le decíamos que sí, que era un trabajo como el de su papá, que trabajaba de albañil. ‘Es lo mismo, sólo que nosotros somos actores, trabajamos y nos pagan’. El niño se quería subir a la camioneta, casi de llévenme, sáquenme de aquí, estaba asimilando que había otra manera de vivir.
Si invirtiéramos en el teatro para las infancias y las adolescencias la situación sería otra, porque hemos regresado a las comunidades y los menores se muestran más sensibles a las artes. De verdad se alejarían de todas las tentaciones, aunque a veces no les queda de otra.
¿Cuál es el mensaje de Fandango Trupetero?
Es un espectáculo de pura música mexicana porque para nosotros la música ha sido muy importante dentro del espectáculo, es otro personaje, no es de fondo.
Es un mapa musical de la República Mexicana. La riqueza con la que contamos es inmensa, así que realizamos una selección, acompañada del diseño y del arte popular, incluida la gastronomía.
Tenemos una canción urbana que es una oda a los antojitos mexicanos, a los tacos, a las quesadillas, a las gorditas, a los tamales, muy al estilo de Chava Flores, como un homenaje.
El año 1976 fue muy importante para nosotros, estábamos en la Escuela de Teatro, y con nuestro compañero Juan Jiménez hicimos una otra que se llamó Barrionetas, donde combinamos títeres y actores en el mismo escenario con música de Chava Flores. Fue nuestro examen final del primer año de producción y de actuación con títeres. Era tan bueno que tuvimos una temporada en la Sala Villaurrutia y cumplimos 100 temporadas.
Entonces es un mosaico cultural tan bueno que hasta le funcionaría a la Secretaría de Turismo para promover a nuestro país. En momentos tan complicados, con noticias horribles, ir al teatro a divertirse y reírse un rato resulta absolutamente sanador porque la risa es generadora de hormonas de placer y felicidad. La risa reduce el estrés debido a que es un analgésico natural.
¿Qué opinión tiene la convocatoria que lanzará el IMSS para el uso de sus teatros?
Me parece maravilloso. Durante 11 años La Trouppe estuvo administrando el Teatro Isabela Corona del IMSS. Fue una experiencia increíble; era un teatro que estaba muerto y nosotros lo levantamos. Mucha gente nos conoce de esa época, lo dejamos porque teníamos que salir a diferentes partes del país. Creo que la noticia que dieron Zoé Robledo, director del IMSS, y Claudia Curiel de Icaza, secretaria federal de Cultura, es una gran oportunidad porque hay muchas compañías y muy pocos teatros.
Nosotros vamos a entrarle. Hoy vamos a empezar el proyecto porque los actores y actrices, en cuanto terminan la función y la temporada, somos desempleados.