Esta necesidad de desaparecer

Bichos y parientes

Aunque parece posible controlar el habla, en realidad se trata de una perversión: no se controla la complejidad del habla sino a los hablantes.

"Los ciudadanos aprenden a hablar con prudencia, luego con miedo y, con el tiempo, mejor ni abrir la boca". (Especial)
Julio Hubard
Ciudad de México /

Esta necesidad de desaparecer. Pasar desapercibido. No ser visto. La estrategia individual frente a los gobiernos totalitarios, o en las sociedades represivas. El objetivo es evitar la mirada del estado, del gobernante o, de modo simétrico, de los dueños de nuevas morales buenistas, en obra negra todavía porque carecieron siempre de inteligencia, pero que se cuentan su historieta burguesa como si fueran revolucionarias, al modo de siglos pasados. Lo peor son los corifeos y los lambiscones, porque ambos, para hacerse notar en su obsequiosidad, reciben la crítica como si hubieran descubierto un atentado terrorista.

Es esta sensación opresiva de estar entre dos espantajos inmensamente poderosos, y sin hallar otras referencias con que decir: “como ellos”, “de ese modo”, “la democracia va para allá”, “el mundo se endereza como dicen esos otros”.

A veces queda la idea de que solamente en el espacio íntimo se puede hablar. Jamás me hubiera imaginado que leería Eumeswil como prontuario práctico, en vez de la novela deslumbrante que leí hace muchos años. Su personaje central es Venator, el anarca. No es anarquista. “El anarca puede vestir todos los disfraces… el anarquista es a menudo idealista; el anarca, al contrario, es pragmático”. Son disquisiciones en torno del poder, la sociedad y el lugar de libertad interior que puede lograr un sujeto que, para vivir, sirve de cantinero al dictador.

Hay distintos modos de retirarse a la paz de los desiertos interiores. O ser igual a todos, o “emboscarse”, eso que Jünger llamó Waldgänger: irse a esconder fuera de la sociedad, como en el bosque, pero no necesariamente en sentido físico sino dentro de uno mismo; irse a habitar las zonas sin vigilancia, cuidarse de todos y tener pocos amigos con los que se puede conversar, como en la Rusia soviética o la Alemania nazi. Pero al final, Venator es el prototipo del anarca. Jünger, Eumeswil en particular, me parecía una alegoría admirable para tiempos irrespirables. Él vivió el Imperio, una primera república, que fracasó, el Tercer Reich y una Segunda República. Largos tramos de opresión. Hablaba de un mundo ajeno.

Ya no tanto. La atmósfera se adensa. Lo que atañe al espacio abierto, al foro, justo lo que pide una política republicana, democrática, se pronuncia en secreto, bajo techo y puertas cerradas. Las ideas, el pensamiento y esa voluntad republicana que no se sabe abandonar, dejan de ser dichas en espacios abiertos. Paranoia. No se da por un decreto o una proclama (“a partir de hoy, queda prohibido que ustedes opinen por propia cuenta”) sino que va cundiendo poco a poco.

Tal vez el primer paso sea el más grave y, sin embargo, el menos amenazante: la sociedad empieza a adoptar censuras suaves, principalmente del modo de hablar. Ciertas palabras se moralizan y pierden su ciudadanía. Muchos de esos vocablos ya eran groseros o vulgaridades, pero reciben un giro de tuerca y se aprietan hasta perder movilidad y lugar: “ni de broma”.

La amenaza comienza como bondad, equidad. Una semántica virtuosa. La gente comienza a hablar de modo defensivo, pero el buenismo nunca hallará satisfecha su corrección y extiende y endurece sus fronteras. Los ciudadanos aprenden a hablar con prudencia, luego con miedo y, con el tiempo, mejor ni abrir la boca. La bondad de los buenistas ganó los espacios de reunión y la conversación social. El terreno está preparado para las fuerzas políticas que prometen llevar la bondad al derecho y las políticas públicas.

Hace unos años, China compró a Rusia grandes cantidades de piezas de aluminio, pero a los chinos no les interesaban las piezas sino los contenedores de embalaje, de magnífico cedro de Siberia. Igual, a quienes buscan el poder, les importa un bledo el nuevo léxico y sus significantes y significados. Quieren los contenedores emotivos, las cajas torácicas de los votantes. Quieren recibir el mandato del pueblo, al fin, para prohibir, reprimir, expulsar a quienes abran la boca. No les importa el contenido sino la caja en que se vende: la represión moral se vuelve jurídica. Y el medio era el mensaje, como dijo Marshall McLuhan… el canadiense McLuhan.

El habla es un universo complejo. No se puede restringir moralmente ni controlar en sus alcances. Porque, aunque parece posible controlar el habla, en realidad se trata de una perversión: no se controla la complejidad del habla sino a los hablantes. Es represión.

Y comenzó como un deseo de bondad.

AQ

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