Recuerdan voz de Octavio Paz con "Oración fúnebre" a Sor Juana

La Universidad del Claustro de Sor Juana comparte la “Oración Fúnebre” a Sor Juana, pronunciada por Octavio Paz el 17 de abril de 1995.

Octavio Paz
Ciudad de México /

La Universidad del Claustro de Sor Juana, a 325 años de la muerte de la Décima Musa, comparte la “Oración Fúnebre” a Sor Juana, pronunciada por Octavio Paz (México1914-1998), el 17 de abril de 1995 en la Universidad del Claustro, a petición de la rectora Carmen Beatriz López Portillo.

La Universidad del Claustro comparte un video donde se puede escucha la voz del Premio Nobel 1990, mientras se muestra el proceso de limpieza de los restos óseos atribuidos a la religiosa y escritora novohispana.


Esta increíble conjunción , se realizó en 2014 cuando la osamenta de Sor Juana Inés de la Cruz fue colocada en el Sotocoro del ex Convento.

Es increíble poder escuchar las palabras de Octavio Paz, quien en aquella esa ocasión estuvo y recorrió el recinto en el que falleció la poetisa, dramaturga, e intelectual

“El 17 de abril de 1695 a la 4 de la mañana, en una de las celdas de este mismo recinto, murió Sor Juana, tenía 46 años y cinco meses. Según Juan Ignacio Castorena y Urzúa, que era su amigo y a quien debemos la edición, en 1700 del tercer y último volumen de sus obras, don Carlos de Sigüenza y Góngora escribió en memoria de nuestra poetisa, una oración fúnebre que se ha perdido”.

En este relato, Octavio Paz indica que “La Oración Fúnebre es un género en el que sobresalió la edad barroca, aunque nadie ha visto la Oración Fúnebre de que habla Castorena, no hay razón para dudar de su dicho. Sigüenza y Góngora conoció a Sor Juana aunque hubo entre ellos alguna desavenencia pasajera”.

Sor Juana murió en una epidemia

El también premio Cervantes (1981) recordó que Sor Juana murió en una epidemia que diezmó a su convento “Calleja cuenta que nueve monjas de cada 10 perdieron la vida, incluso si se trata de alguna exageración, aquel siglo amaba la hipérbole, es seguro que la poetisa no tuvo una exequias públicas destinadas a honrar su memoria. En una epidemia los sobrevivientes se apresuran a enterrar a las víctimas, las únicas ceremonias que en esos casos podrían celebrarse eran según lo exigía el espíritu de la época, actos de expiación y desagravio, así pues no es temerario pensar que la perdida Oración Fúnebre de Sigüenza y Góngora nunca fue pronunciada”.

Este episodio, explica Octavio Paz, corrobora que la figura de Sor Juan Inés de la Cruz provocó siempre interrogaciones y debates.

“Fue una persona contradictoria, hija natural, niña recogida por unos parientes, dama una virreina y amiga íntima de otra. Joven hermosa, ducha en los galanteos cortesanos y monja letrada en perfecta comunicación con el mundo, al grado de convertir el locutorio de su convento en una tertulia literaria. Asombro de la Nueva y la Vieja España, espíritu ávido de saber y curioso de todo tipo de noticias e ideas que, repentinamente renuncia a las ciencias y a las letras humanas”.

El autor de El laberinto de la soledad (1950), define a la Décima Musa de “Carácter combatido por impulsos opuestos, toda ella claroscura, iluminaciones súbitas seguidas de negruras, a un tiempo risueña y melancólica, clara inteligencia acompañada por una voluntad independiente y orgullosa que, con la misma vehemencia se humilla y martiriza su cuerpo con silicios. Y se pregunta: ¿Cuál de todas es la verdadera? Respondo, todas”.

Sor Juana en voz de Octavio Paz (Especial).

Octavio Paz lamenta que pese a que Sor Juana escribió cientos de cartas, están dispersas “por los cuatro puntos cardinales, muchas sin duda, son ya polvo, víctimas de la polilla y de la injuria humana. Pérdida deplorable, en particular su correspondencia con la Condesa de Paredes y con el Padre Diego Calleja”.

Sostiene que la ausencia de documentos “ha contribuido a las extraordinarias oscilaciones que ha sufrido su figura en el transcurso de estos tres siglos, períodos de luz y otros de oscuridad, años de gloria y años de vituperios, dos siglos de olvido y la resurrección del siglo XX, primero en un reducido círculo de poetas y eruditos y después transformada en un emblema popular, abanderada del feminismo y gloria nacional cuya efigie se estampa en el papel moneda”.

Expone que a través de todas estas imágenes “se nos escapa la verdadera Sor Juana, las imágenes públicas son engañosas, simplificaciones que suplantan con un estereotipo a la persona real, siempre compleja y diversa. Aunque fue sobre todo poeta, Sor Juana nos ha dejado escritos en prosa dignos de recordación, uno de ellos es su carta al obispo de Puebla, llamada Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, texto capital en la historia de las letras hispánicas y en los anales de la liberación de la mujer. Autobiografía intelectual es el relato de sus aprendizajes, sus decepciones y sus descubrimientos, el interés de este texto es que se acrecienta y se intensifica en que es una mujer la que lo escribe”.

En Sor Juana, precisa Octavio Paz, hay una insólita triple conjunción: la intelectual, la poetisa y la mujer...

vmb

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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