La lucha contra la malaria

SALUD

Aunque la epidemia solo es grave en África y en algunos países amazónicos, la comunidad científica trabaja en una vacuna de alta eficacia para prevenir su expansión.

El complejo ciclo de vida de los parásitos hace que las vacunas sean más difíciles de crear que las antivirales o antibacterianas
Yersain Keller y Kevin Navarrete
Ciudad de México /

Es común asumir que los mosquitos nos pican para alimentarse de nuestra sangre. Pero esto no es cierto. Solo las hembras nos pican, con el objetivo de utilizar esos nutrientes para anidar sus huevecillos y reproducirse. Por si la picazón que causan no fuera suficiente, en algunas ocasiones pueden dejarnos un “regalito”: un parásito llamado Plasmodium, mejor conocido por ocasionar la malaria. Esta enfermedad produce fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y, en ciertos casos, anemia grave y síndrome de disfunción multiorgánica. 

En el caso de México la malaria, también conocida como paludismo, es una preocupación menor. En 2019 se detectaron solo 618 casos. Sin embargo, ese mismo año a nivel global se reportaron 229 millones de casos y 409 mil muertes —94 por ciento en África—. Estos datos podrían parecer triviales, pero en los 5 minutos que usted tardará en leer este artículo, unas 4 personas morirán a causa de la malaria, y 3 de ellas son niños menores de 5 años. 

Para combatir el paludismo se han implementado distintas estrategias como el uso de mosquiteros con insecticida de liberación prolongada; concientizar a la población para evitar estancamientos de agua (donde se reproduce el mosquito) y, a través de ingeniería genética, se han desarrollado mosquitos que al ser liberados en la naturaleza se reproducen y esterilizan a las poblaciones silvestres. 

Particularmente en Latinoamérica, países como México, Belice, Costa Rica, Ecuador y El Salvador tienen establecidos programas para reducir la incidencia de la malaria, con excelentes resultados, según la OMS; aunque en Brasil, Venezuela, Colombia y otros países amazónicos sigue siendo un problema de consideración. En el caso de los tratamientos, se han aislado compuestos como la quininasustancia antimalárica proveniente de la corteza del árbol sudamericano quino (Cinchona ledgeriana), y recientemente la artemisinina, antimalárico que en 2015 le valió a la científica china Tu Youyou el premio Nobel de Medicina y Fisiología. 

El Datos...

4 personas

Mueren en el mundo cada 5 minutos a causa de la malaria. 3 de ellas son niños menores de 5 años

No obstante, la prevención desde el interior es la mejor herramienta para combatir las infecciones; por ello, los científicos han trabajado en el desarrollo de una vacuna en contra de la malaria desde la década de 1930. No ha sido fácil. 

Para que el sistema inmunitario genere una respuesta contra algún patógeno es necesario que aprenda a reconocerlo. En el caso de virus o bacterias lo hace fácilmente ya que estos organismos no tienen cambios en su morfología. Por el contrario, el parásito que ocasiona la malaria tiene un ciclo de vida muy complejo que comprende múltiples formas dentro del mosquito y luego en nuestro propio cuerpo. Esto dificulta las cosas para el sistema inmunitario pues debe reconocer un patógeno que constantemente “cambia de disfraz”. 

Tuvieron que pasar 30 años de investigación para encontrar un fragmento idóneo del plasmodio y desarrollar la vacuna. Se patentó en 2015 bajó el nombre de Mosquirix. A pesar de tener una eficacia moderada (40 por ciento), es la primera en incorporarse a las estrategias de control de la malaria y en octubre de 2021 fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su aplicación en niños. 

Los investigadores siguen trabajando para desarrollar una vacuna más eficiente. En mayo de 2021 se publicaron los resultados de la fase II de una segunda vacuna llamada R21/MM y cuyo funcionamiento sigue el mismo principio que Mosquirix. Los resultados fueron esperanzadores. 

Tras un año de seguimiento, el estudio desarrollado en 450 lactantes de 5 a 17 meses en Burkina Faso —país situado en África occidental—, mostró que la vacuna tiene una eficacia de 77 por ciento (superior al 75 por ciento, nivel fijado como objetivo por la OMS). Ahora se evaluará en fase III, para probar su seguridad y eficacia en una población mucho más amplia. 

Para África la malaria es una epidemia constante. En 2020 ocurrieron casi 4 veces más muertes por malaria que por covid-19 en ese continente, lo que hace que el reconocimiento de la OMS de la vacuna Mosquirix y el desarrollo de la nueva R21/MM sean noticias particularmente relevantes para la región; sin embargo, mientras no desaparezcan los mosquitos de la faz de la tierra, es un logro médico que todos deberíamos celebrar.

srgs

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