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Asilo Dalaris cumple su primer año ayudando a 15 abuelitos en situación de calle en Torreón

Karla Rocha finalmente cumplió el sueño de abrir un asilo para abuelitos que viven en situación de calle o que requieren ayuda, pero asegura que el trabajo apenas comienza.

Eunice Muñoz
Torreón, Coahuila /

Ha pasado un año desde que Karla Rocha finalmente cumplió el sueño de abrir un asilo para abuelitos que viven en situación de calle o que requieren ayuda, por tal motivo organizan ya una celebración por su primer aniversario en donde las metas cumplidas les dejan satisfacción pero también más retos para hacer de este proyecto una asociación civil y seguir trabajando a favor de los adultos mayores.

El asilo Dalaris comenzó con dos personas, el señor Juan y Enrique Hernández, este último quien se ha convertido en una parte importante en la labor al ayudar a dirigir el lugar, y para el día de hoy atienden a 15 personas, todos ellos con diferentes necesidades y padecimientos que han podido suplir conforme avanza el tiempo.

Tiene 70 años de edad y casi 45 de llevar la noticia de primera mano a los laguneros.| Archivo
Tiene 70 años de edad y casi 45 de llevar la noticia de primera mano a los laguneros.| Archivo

¿Quiénes conforman el asilo?

Además del apoyo de Karla y su familia para atender a los abuelitos, hoy cuentan con un enfermero, un doctor que los visita y atiende semanalmente, una empleada que se dedica a la limpieza y una cocinera quien les prepara alimentos acorde a su dieta, con el fin de brindarles una mejor calidad de vida y un envejecimiento digno.

Al no ser todavía una asociación civil, Karla intenta suplir todas las necesidades que puedan presentarse, sin embargo, también reconoció el apoyo de su esposo y de la comunidad que la rodea y siempre está dispuesta a ayudarla, pero es su familia quién es clave en el asilo, su mamá, su tío y sus hijos apoyan en diferentes aspectos, ya sea lavar, limpiar, recoger o incluso atender a los abuelos en las necesidades que tienen día con día.

“Esto ha funcionado a través del apoyo de la gente, la gente es la que apoya y se ha podido sobrellevar esto, yo también trabajo y eso está incluido, también mi esposo y sus ingresos es que esto ha ido creciendo y es algo muy bonito, son experiencias que vive uno día con día con las personitas de la tercera edad”.

El trabajo realizado hasta ahora es una muestra de agradecimiento de parte de Karla Rocha hacia las personas de la tercera edad, sin embargo, su deseo de ayudar siempre existió y es eso lo que la apasiona todos los días a salir adelante con este proyecto.

¿Cómo inició todo?

Fue el 18 de marzo del 2024 cuando Karla comenzó a recibir múltiples mensajes a través de redes sociales para ayudar a un adulto mayor que se encontraba cerca de la Central de Autobuses de Torreón, eran ya tarde y su esposo no se encontraba con ella, únicamente dos amigos que al verla inquieta se ofrecieron a acompañarla.

Su casa ubicada en la calle Lago Del Esclavo en la colonia Zaragoza Sur se encontraba sola y sería ahí donde iniciaría el sueño cumplido de Karla, cuando llegó al sitio donde le reportaron a la persona en situación de calle, Karla primero vio a dos personas acostadas enfrente de una farmacia y decidió detenerse ahí primero.

Ahí conoció al señor Enrique, quien contó que siempre dormía con un palo para protegerse de cualquier maliante y justo esa noche, en una oración le pidió a Dios que lo ayudara para salir de ahí, él y su compañero Juan aceptaron la propuesta de Karla para ir con ella, los primeros meses los llevaba a su casa para ahí atenderlos antes de que llegara la primera parrilla y más personas se unieran.

“Ya cuando llego con ellos digo ya es el momento de abrir, nunca me imagine las consecuencias, lo abrí con los ojos cerrados, cuando iniciamos yo publicaba las fotos en redes sociales y la gente contestaba y apoyaba”.

Recuerda que únicamente tenía camas, dos habitaciones con baño, y su cocina pero al recibir a más personas se dio la intención de hacer más grande el espacio y para los últimos meses del año consiguió techar parte del patio para hacer un comedor más grande y añadir un recibidor.

“Techamos todo, hicimos otro baño y remodelamos para recibir a las personas pero yo digo que esto todavía no termina, yo estoy viendo para comprar otro terreno y hacer un albergue más grande, mi sueño es muy grande y le digo a mi esposo y a Enrique que esto para mi apenas empieza y yo estoy agarrando vuelo, no importa lo que tenga que trabajar y con el apoyo de la gente porque desde que inicie no me han dejado”, aseguró.

A lo largo de estos 12 meses, el Asilo Dalaris ha enfrentado diversas situaciones como la pérdida de algunos abuelitos e incluso intentando ayudar a quienes no lo desean, tanto Rocha como el señor Enrique explicaron que estar en un lugar como el asilo representa seguir reglas las cuales no muchos están dispuestos a cumplir.

“Los momentos duros y difíciles obviamente han sido los decesos, es la parte más triste del albergue, aquí el objetivo es dar una mejor estancia, calidad de vida, rehabilitar de muchos hábitos y costumbres de la calle o de la forma de vivir, aquí lo principal es hacer sentir que no son un desecho ni un sobrante de una familia”, explicó Enrique.

Enrique vivía en la calle luego de que le robaran sus ahorros

Enrique Hernández se vio en la necesidad de vivir en la calle luego que le robaran el dinero que tenía en el departamento que rentaba, situación que le provocó momentos difíciles.

“Estuve casi tres meses de traer una situación de calle, cosa que nunca había vivido y era desesperante y traumante, se convirtió en un infierno, me quedé atrapado en esa situación a tal grado de que la angustia no me dejaba dormir y el lugar seguro que yo encontré fue donde me encontró Karla”.

Y una vez estando en el asilo decidió ayudar, regresar lo que le ofrecían y en ese aspecto, cuidar de la salud de las personas que llegaron con el paso del tiempo, para él su mayor satisfacción es verlos recuperados, “este trabajo es demandante, cada uno tiene una característica, una personalidad y unos caprichos y aquí todas las necesidades tienen que decidirse por orden de emergencia”.

La mayor satisfacción de Enrique hasta ahora es ver como sus compañeros que muchas veces llegan enfermos comienzan a recuperarse con un diagnóstico acertado y con el medicamento adecuado.

“El albergue ha alcanzado logros que no tan fácil, la satisfacción aquí es hacer a una persona útil, aquí Rosa llegó sin caminar y cuando el doctor la recibió se dio cuenta que tenía parkinson, le teníamos que dar de comer y hoy puede caminar, comer sola y valerse por sí misma”.

Y aunque este proyecto ha avanzado, tanto Karla como Enrique señalaron que muchas veces los problemas económicos los han retrasado en algunas otras cosas, es por eso que Karla utiliza sus redes sociales como Dalaris Ortiz para extender la invitación a los demás de ayuda.

“Aquí están las puertas abiertas para los que quieran apoyar, ahí están mis redes sociales y mi teléfono 8713530961, ahí yo estoy contestando”.

aarp


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