Que el indignante caso del menor Mateo Santiago, asesinado recientemente de manera aparente por un vecino cercano a su casa no debe de hacernos perder el enfoque, pues nada tiene que ver con la violencia homicida que vive Guanajuato y el país en general, ni con la delincuencia organizada sino con una conducta antisocial de un individuo.
Sería injusto relacionar el caso con otro tipo de hechos pues éste es aún más grave. Si bien es cierto, todo homicidio es lamentable y debe condenarse, también es cierto que en el caso de Mateo hablamos de una víctima inocente que fue asesinada con crueldad en un contexto diferente, que difícilmente pudo ser previsible.
Que es de reconocer también, primero, la solidaridad de todos los ciudadanos a la hora de sumarse a la búsqueda del menor, lo que habla bien de los valores que se mantienen vigentes de apoyar a quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad; pero también de las autoridades que se unieron sin frenar a la población que participó en la búsqueda.
Por otro lado, también es de reconocer la rapidez con la que las autoridades dieron con el presunto responsable de la desaparición y posterior homicidio del menor, pues gracias a ello finalmente se supo el paradero del jovencito Mateo y la historia que rodeó este fatídico hecho. Dar crédito a quien lo merece, también es preciso.
Que el viernes, tanto la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez, como la gobernadora Libia García, manifestaron su pesar y condena ante estos hechos de los que dijeron no habrá impunidad y aseguraron que se mantendrán atentas al desarrollo de las investigaciones.
Lo que se espera ahora es una posición madura de parte de quienes hacen política y que no se quiera utilizar el caso para sacar raja de él, pues se trata de un asunto ciertamente doloroso no solo para la comunidad sino principalmente para la familia del joven victimado.