Con sabor y aroma de café

Ciudad de México /

Hace dieciséis años, mientras atravesaba por una dificultad personal, Pablo Arenas, un tipo alegre y jacarandoso, escuchó de su pequeña hija una sugerencia que impulsaría aún más su personalidad veracruzana.

Papi, ya sé qué vamos a vender.

—Qué vamos a vender, mi hija.

—Vamos a vender café.

—Y así iniciaron— se le comenta.

—Así iniciamos. Mi hija se llama Triana.

Entonces puso manos a la obra, y fue cuando nació su negocio, que bautizó con el nombre de su hija, Triana, impulsado desde una curva del mercado San Juan —calle de Ernesto Pugibet, colonia Centro—, uno de los más avalados por reconocidos chef de la capital, mientras que otros conocedores lo ubican entre los mejores del mundo.

“Es una alegría recibirlos”, suelta casi a bocajarro Pablo Arenas, tras el mostrador de su esquina, el mundo de este afanoso hombre, siempre atareado, que no deja de hablar ni de mover las manos.

“El alma y la alegría en cada taza, aquí, en Triana Café Gourmet”, dice Pablo Arenas, quien agita el cuerpo mientras prepara las infusiones y ofrece a sus futuros cliente una porción en pequeño vaso.

“Es una larga historia que contar”, suelta, y es cuando empieza a narrar, sin desatender saludos de amigos que se despiden, pues el mercado está a punto de cerrar, mientras Pablo se dispone bajar la cortina de su negocio que inició sin saber manejar la máquina de café, pero su impulso y las ganas lo llevaron a permanecer en este pequeño espacio, sin imaginar que su producto sería degustado por paladares de diferentes partes del mundo.

“La magia del mercado San Juan hace fusión con cada sonrisa de cada cliente, de cada persona que nos visita”, parece recitar este hombre que no deja de perorar al ritmo de brazos y manos.

—¿De qué parte del mundo han visitado?

—De Asia, de Oceanía, de Centroamérica. De todas partes. Estamos en el top ten de los mercados del mundo. En un espacio pequeño encuentra usted productos de buena calidad. Los chef más famosos tienen en su agenda visitar este mercado gastronómico.

—¿Y cuál es tu especialidad en café?

—La especialidad es una sonrisa en cada taza de café. Imprimimos el alma, la sonrisa y la alegría que he aprendido de mi hija Triana, que la amo, y aquí seguimos con todo eso.

—Es un especio pequeño, pero abundante.

—Sí, lo hicimos pequeño para grandes paladares. De aquí te vas con un buen sabor de café. Aquí estamos para los gustos más exigentes. Tengo cafés tipo italiano, el tinto como de Colombia…Tengo para todos los paladares.

Y para corroborar que también es visitado por turistas de otros países, llega una familia estadunidense, procedente de de Minneapolis, Minnesota, encabezada por la risueña Ivy West, acompañada por su esposo y dos hijas adolescentes. Ella luce un sombrero Panamá y no deja de sonreír.

—¿Te gusta el café?

—Mucho, me encanta el café.

—Vienes con tu familia.

—Sí, somos cuatro y estamos hospedados en la Ciudad de México; es nuestra la primera vez aquí y nos encanta.

Es una travesía corta.

Nada más para mostrar, tan solo en una cuadra, de cómo ha crecido el número de cafeterías en Ciudad de México, muchas de ellas con restaurantes anexos o negocios que se complementan; espacios que son buen pretexto para conversar mientras se disfruta la tradicional y aromática bebida.

El recorrido lo empezamos en Villarías, una antigua casa comercial, con fotos del general Lázaro Cárdenas, donde tuestan, muelen y venden café de todas las regiones del país, cuyo aroma envuelve esta zona que forman las calles de López y Ayuntamiento, colonia Centro. El fundador de este negocio, de acuerdo a una placa metálica, fue Leoncio Villarías, 1942-2005.

Aquí hay café para todos los gustos.

Lo corroboran puñados de consumidores que a diario se agolpan para comprar el grano, ya sea tostado o molido, cuyo aroma emana de las máquinas tostadoras y envuelven el espacio que abarca un tramo de esta zona, a escasos metros del Eje Centra Lázaro Cárdenas, conocido en otros tiempos como San Juan de Letrán.

Aquí vienen a comprar consumidores de todas las clases sociales, según es posible observar, como Danny Durán, quien tiene cerca de 10 años de visitar este lugar, donde ofrecen granos de todas las regiones del país, incluso algunos que no eran tan conocidos, como los de la Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, y del estado de Hidalgo.

“Es un café muy bueno, a un precio, la verdad, muy bueno; pero más que eso es la calidad del café: es un café que no cae mal, no altera; nosotros siempre compramos el cubano”.

Y envueltos en el aroma el café tostado, sobre la calle de Ayuntamiento, podemos mirar hacia una cafetería vecina y a sus consumidores, algunos en la terraza y otros en la parte de abajo, que saborean la bebida, para luego recalar en la contigua Plaza San Juan, donde está otra cafetería, Centrina, que tiene poco de establecida.

“Tenemos bebidas diferentes”, dice Jorge Miñón, quien se refiere a la joya de la casa: un café sabor frutal que dejan reposar durante 12 horas. También tienen horchata con expreso y otras más.

Son algunos ejemplos de cómo ha crecido la venta y consumo de esta bebida y la expansión de cafeterías, empezando por una pequeña parte del centro de la capital, de la que nos despedimos envueltos en ese aroma a grano tostado que emana de la esquina formada por las históricas calles de Ayuntamiento y López de esta gran ciudad.


  • Humberto Ríos Navarrete
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