Dos momentos mexicanos me llevaron al diccionario de Corominas para ver el origen de esa suavidad, ese sonido que avanza de puntitas por la lengua casi sin dejarse sentir, con su r líquida al principio. “ARANCEL, 1294 (alenzel). Del antiguo alanzel, palabra de origen arábigo… ; probablemente empezó por significar ‘lista de cantidades recaudadas’ y vendrá del ár. ’anzêl, plural de nuzl ‘producto, fruto’ (raíz n-z-l ‘hacer bajar’). El derivado arancelario surgió hacia el 1900”. Al pasar del árabe al español la palabra se volvió incluso más dulce. Aun la finísima ele de alanzel usa los dientes para pronunciarse; la r de arancel, no: es puro paladar.
1. A unas cuadras de mi casa, sobre una puerta de metal roja veo pegada con diúrex una cartulina amarilla que tiene escrito con plumón negro: “ESTIMADO PROVEEDOR: COMO CONSECUENCIA DE LA GUERRA CANCELARIA, LOS PRECIOS SE ESTÁN VIENDO AFECTADOS POR LO TANTO LOS PRECIOS EN LISTA NO SE RESPETARÁN LE SUGERIMOS CUIDE SU ECONOMIA. ATTE: GERENCIA”.
2. En un video le preguntan a un señor su opinión sobre los aranceles que Estados Unidos quiere ponerle a México. Responde que estaría bien porque se vería bonito. A la pregunta de dónde le gustaría que se pusieran los aranceles responde que en un parque o en algún lugar de diversión donde se pueda pasear un rato y ver cómo se ven.
1. Es como si el autor del letrero al oír “guerra arancelaria” la cancelara a su vez por algo más fuerte: cancelaria. Algo con “arancel” no podría referirse a nada hostil; en cambio, para algo ominoso, “cancelar” era lo adecuado.
2. El señor del video estuvo en lo cierto: al oír por vez primera la palabra dejó que la dulzura de arancel lo llevara únicamente a cosas agradables. A quien me envió el video le dije que el señor atinaba y que por ejemplo la palabra “cascabeles” de aquella canción de los Churumbeles (ni modo: eles y eles) bien podría cambiarse así: “Sus doce aranceles lleva mi caballo/ por la carretera”. Dulces aranceles matan cascasonantes cascabeles.