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El guiño amistoso de Trump

Ciudad de México /

El muro arancelario que Trump levantó el día de ayer dejó entrever un futuro relativamente promisorio para México. A diferencia de países que compiten directamente con nosotros, como China o Vietnam, a México no se le impuso un arancel recíproco alto.

La señal es clara: México es indispensable para mantener la competitividad de Estados Unidos y recibirá un trato relativamente preferencial. Pagará aranceles, pero mucho menos que el resto de los países. A su modo, Trump nos envió un guiño de amistad.

Esto es crítico porque, en el nuevo mundo comercial en el que vivimos —uno donde los aranceles son la nueva norma—, lo que importa ya no es si se tiene o no un arancel, sino si el arancel es menor que el del resto del mundo.

Para México, los aranceles serán ciertamente menores. La orden ejecutiva menciona que el acuerdo actual entre Estados Unidos y México se mantiene. Esto es, no habrá arancel para los bienes que se comercien bajo las reglas del T-MEC, y habrá un arancel del 25% para los que no.

Más aún, la orden también menciona que el arancel del 25% puede disminuirse a 12% en el momento en que Estados Unidos considere que la migración ilegal y el tráfico de fentanilo han disminuido.

De lograrse tal reducción, Vietnam tendría un arancel cuatro veces superior al de México y China tres veces superior. El arancel mexicano sería de los más bajos del mundo.

Los mercados entendieron perfectamente que el anuncio de Trump es una buena noticia para México. Incluso, el peso reaccionó con fortaleza, pasando de 20.5 pesos por dólar antes del anuncio arancelario, a 20.2 pesos al cierre de esta edición.

Aun así, no es tiempo de celebraciones.

Es tiempo de voltear a ver a nuevos socios comerciales, pero sobre todo, de vernos a nosotros mismos. Resulta urgente crear una política de fortalecimiento del mercado interno que nos permita tener empresarios propios y producir nuestros propios productos de alto valor.

Lograrlo requiere implementar una política de desarrollo empresarial que no tenga por meta empoderar a los empresarios actuales, sino algo mucho más ambicioso: crear empresarios nuevos. Lo segundo es más difícil, pues requiere mejorar la regulación de la banca, atacar todo poder de mercado y acompañar a los empresarios potenciales en su crecimiento.

El modelo de bajos salarios también debe ser cuestionado de raíz. Para que la economía mexicana pueda florecer, se necesitará un mercado interno con más consumidores. Solo con buenos salarios se pueden tener suficientes clientes.

No tengo duda de que, de lograrlo, México podrá salir fortalecido de esta tormenta.


  • Viri Ríos
  • viridiana.rios@milenio.com
  • Política pública con datos. Autora de @NoEsNormalLibro. Podcast #PoliticaYOtrosDatos. Enseño en @HarvardSummer. Harvard Ph.D. / Escribe todos los lunes su columna No es normal
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