La pandemia y la nueva normalidad pusieron al mundo de cabeza. Todos los aspectos de la vida cotidiana han cambiado y una consecuencia para los jóvenes es la proliferación de los problemas de salud mental.
Tras lo ocurrido en el Centro DIF Capullos el pasado domingo, la plataforma MILENIO-Multimedios buscó a psicólogos para tratar de comprender qué ha pasado con los niños y adolescentes durante el tiempo de encierro.
Para las psicólogas Mariana Núñez Xicoténcatl y Valeria Abigail Cruz Vázquez, de entre todos los problemas de salud mental que han surgido durante la pandemia, sobresalen los trastornos de ansiedad.
El trastorno de ansiedad, se indicó, es el miedo que se genera ante una amenaza inminente, y que provoca síntomas físicos como taquicardia y temblores.
Alarma académica
Para Valeria Abigail Cruz Vázquez, especialista en temas de psicología clínica, tanto a niños como adolescentes, además de presentar un alza en los trastornos de ansiedad y depresión, un factor que les ha afectado “mucho” durante la pandemia fue el tener que realizar sus estudios en casa.
Esto, agregado a la pérdida del contacto social, tuvo un impacto considerable en su desarrollo, situación que se pudiera ver reflejada en su desenvolvimiento posterior como adultos.
“La verdad es que tanto niños y adolescentes han tomado esta cuestión de la pandemia de forma complicada, y se está dando mucho lo que son los trastornos de ansiedad y depresión.
“Si bien a los adultos también nos ha afectado en esa cuestión de estar adaptándonos a una sociedad en que no hay tanto contacto social, a ellos les ha afectado más, dado que ellos aprenden por medio de las relaciones sociales”, comentó.
La especialista reconoció que el desempeño académico ha ido a la baja durante el último año y medio, sobre todo en aquellas personas que por su nivel económico no cuentan con la posibilidad de tomar las clases de manera virtual.
“El estar aislados, el no poder ver a sus amigos, el tener que realizar sus estudios en casa les ha llegado a afectar mucho y si se ha visto que el desempeño académico ha bajado.
“Y si le agregamos el factor socioeconómico de México, también muchos jóvenes no tienen accesibilidad a lo que es internet o a un centro de cómputo que les favorezca en sus estudios”, precisó.
En los niños, ahora que han regresado a las escuelas y que van una o dos veces a la semana, destacó, se ha visto que se les dificulta mucho el hecho de que no puedan tener contacto con otros niños.
Mientras que en relación con los adolescentes, sobre todo los que están en nivel de preparatoria, se puede ver cómo les el haberse acostumbrado a socializar en línea modificó sus hábitos.
“Y al momento que se les presenta una persona frente a frente no saben cómo resolver problemáticas que se les llegan a presentar, porque están acostumbrados a que si tiene una discusión con una persona simplemente la ignoran, la bloquean, la eliminan, pero en persona no puedes hacer eso”, puntualizó.
Las consultas van al alza
Mariana Núñez Xicoténcatl, terapeuta del Centro Crese, consideró que esto se ve reflejado en un aumento en las consultas para adolescentes durante la pandemia.
“Algo que entre los colegas hemos detectado es el tema de ansiedad como consecuencia de cómo ellos están afrontando aspectos sociales, aspectos en la parte académica, que también es repercusión de todo este cambio mundial que atravesamos
“Ahora el 100 por ciento de mis pacientes son jóvenes”, compartió.
Para sus pacientes, subrayó, el afrontar en esta época estos aspectos ha generado una ansiedad ligada a un tema de inmediatez.
“Quieren todo inmediato, por los recursos que ahora tienen, por la tecnología en la que ahora viven, en donde todo lo hacen a través de una aplicación, se comunican de manera inmediata”, recalcó.
Ante tal escenario, destacó, una parte integral para el desarrollo del joven, además de los recursos que les brindan para el manejo de la ansiedad, es que los padres se involucren de diferentes maneras.
“Estamos también brindándoles los recursos de cómo saber manejar esta ansiedad, meditaciones, ejercicios, toda esta parte de que ellos tengan una manera de sustituir esta preocupación y tener otros medios que generen dopamina”, precisó.
En cuanto a las alertas que pueden observar los padres, señaló la especialista, están las del orden verbal y las físicas, ya que cuando hay una desmotivación latente es una señal muy clara de alerta y motivo de buscar ayuda profesional.
“(Si) al verbalizar algún evento o una situación no son congruentes con lo que nos están compartiendo, y no son congruentes con sus acciones, esa pudiera ser una alerta.
“O que ya lo estén canalizando de manera física, morderse las uñas compulsivamente, estarse pellizcando, hay pacientes que se arrancan el cabello”, puntualizó la especialista.