Gabriel Orozco o la abulia

Casta diva

“Ya es un canon del arte contemporáneo VIP que el artista demuestre su creatividad recolectando cosas”, opina la crítica Avelina Lésper.

Exposición 'Politécnico Nacional', de Gabriel Orozco. (Museo Jumex)
Ciudad de México /

Dedicaron tres pisos del Museo Jumex para la reiteración de ideas carentes de contenido. La exposición titulada Politécnico Nacional nos dice que al artista VIP Gabriel Orozco no le gusta trabajar. La cédula de sala lo especifica: oscila entre el ready-made y mandar hacer con especialistas las obras que exigen más factura. El término “politécnico” no aplica, no hay una politécnica, es más preciso decir que es un catálogo de proveedores y lo que son capaces de hacer por encargo.

Ese cuerpo de obra se podría hacer en unos pocos meses, no hay nada en él que implique un esfuerzo intelectual de experimentación o profundizar en alguna dirección. El artista VIP confunde la repetición con la especialización. Organiza sus tres ideas y ya está la exposición. Los que trabajan son los curadores, las cédulas tienen más contenido que las obras, detallan datos como nota de lavandería, boleto de avión. “Sulfato de calcio” porque suena más interesante que “yeso”, escupitajo de pasta dental, mancha sobre servilleta, etcétera, etcétera. La mejor cédula es una que especifica “dibujo a mano”, como el artista VIP le llama dibujo a una mancha de su vaso, deben especificar que este en particular es hecho “a mano”, la calidad no se describe y no es necesario, está al nivel de toda la obra.

Sala de la exposición 'Politécnico Nacional'. (Museo Jumex)

Orozco como fotógrafo es aburrido, como pintor abstracto es limitado, se ve que se cansa pronto de pensar ideas para su pintura, que es muy probable que mande a hacer como los Árboles samurai y el resto de las obras. Como recolector de objetos ready-made, le cuesta ser “chistoso”. El ready-made propone una ocurrencia que “ironiza”, por usar la jerga curatorial, y la mayoría, desde Yoko hasta Orozco, son chistes que arrancan al objeto de su estado para darle el “toque artístico”. Eso no es arte, pero ya es un canon del arte contemporáneo VIP que el artista demuestre su “creatividad” recolectando cosas. En el piso de una sala están dispersos varios ready-made que, si no estuvieran ahí, estarían en un vertedero de basura. La cédula nos especifica qué es cada cosa, para evitar la confusión. Los balones de futbol y su masterpiece, la caja de zapatos vacía, son las piezas centrales de su carrera, también vacía.

Es agotador ver la exposición, no puedo imaginar la sensación de un artista de entrar y ver todo esto, las fotografías anodinas, los objetos sin sentido, los objetos que manda a hacer como la mesa de ping pong o el esqueleto de ballena de yeso, las “pinturas”, y pensar que ha dedicado su vida a eso, que no hay un solo objeto insustituible, único, de una presencia memorable: que no hay belleza y ya no digamos inteligencia. Es lo más desconcertante de esta exposición, su estatus de antología, de ser un intento de reunir el cuerpo de obra de un artista VIP famoso, apadrinado por el Estado y valorado como “el más internacional” y que sea una bola de plastilina, una llanta, o cositas de ese nivel. Miles de días, miles de horas de una existencia y el resultado es esto. En esa exposición no hay arte, es la abúlica acumulación de ideas vacías, ociosas.

AQ

  • Avelina Lésper

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