Una pandemia es como una guerra, no solo porque la gente muere o porque domina todo. Las pandemias pueden despedazar las ilusiones de aptitud. El fracaso en el manejo de una pandemia revela las diferencias entre la grandilocuencia y la realidad. Así ha pasado con covid-19. Reino Unido ha sido notoriamente malo con la pandemia. Me temo que la decisión de abrir va a demostrar ser más de lo mismo.
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Reino Unido tiene la segunda tasa de mortalidad más alta del mundo por millón, detrás de Bélgica, superando a Italia y España, a pesar de que el virus lo golpeó después. Si bien la capacidad de realizar pruebas mejoró, el número de pruebas por caso confirmado queda muy por detrás de países como Nueva Zelanda, Australia, Taiwán, Corea del Sur, Alemania e Italia.
Una explicación para la alta tasa de mortalidad es el retraso de la respuesta: cuando mayor es la tasa de infecciones cuando se imponen los confinamientos, la tasa de mortalidad es más alta. Sin embargo en la historia hay más cosas que solamente el retraso.
Un artículo de Martin McKee de la London School of Hygiene and Tropical Medicine y otros señala más fracasos: la falta de coordinación con los gobiernos descentralizados y las autoridades locales: la falla en la adquisición de bienes y servicios esenciales; los fallos en la coordinación entre el gobierno, el NHS, Public Health England y los departamentos locales de salud pública y una caótica coordinación con nuestros vecinos europeos.
El gobierno tiene que reconocer y aprender de estos fracasos. Sin embargo, en la introducción de la hoja de ruta para la recuperación del mes pasado, Boris Johnson, el primer ministro, se atrevió a referirse a lo que dijo en su plan anterior, que se publicó en marzo: “Dije que tomaría las decisiones correctas en el momento adecuado, basado en la ciencia. Y dije que la máxima prioridad de ese plan es mantener a nuestro país seguro”.
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De hecho, el gobierno no mantuvo seguro al país, bajo ninguna medición razonable. Entonces, ¿la salida del confinamiento se va a manejar mejor que su entrada?
Los gobiernos respondieron a la pandemia con tres estrategias distintas: la primera fue supresión, la segunda contención e inmunidad de rebaño o, de manera más simple, “dejarla avanzar”.
Bajo la supresión, en el este de Asia y Australasia, el objetivo es eliminar el virus de la sociedad. Esto debería permitir que todo el mundo lleve una vida normal, algo que es deseable económica y socialmente. Pero se requiere de una acción temprana y efectiva.
El objetivo de la contención es simplemente limitar el virus a niveles manejables. Si la pandemia ya tomó impulso, los confinamientos serán más breves que bajo el objetivo de la supresión.
La actividad social y económica van a reiniciar más pronto. La desventaja es que la actividad económica y social será más limitada que bajo la supresión, ya que el virus seguirá siendo generalizado. Por la misma razón, la segunda o tercera oleada de infecciones probablemente también van a ser económicamente perjudiciales, incluso ante la ausencia de confinamientos.
La contención parece ser la estrategia de gran parte de Europa. Por último, “dejarla avanzar” es la política de los presidentes Jair Bolsonaro de Brasil y Donald Trump en EU: nadie parece tan indiferente al destino de la gente como los populistas. Parece que Johnson se decidió por la contención. Esto fue consistente con las pruebas que el gobierno estableció para la reapertura: el NHS puede hacer frente; el país tuvo una caída sostenida en las tasas de mortalidad; la tasa de infecciones estuvo en niveles manejables; la capacidad de realización de pruebas fue adecuada y eficaz; y no había riesgo de un segundo pico de infecciones.
Si estas pruebas se han cumplido es cuestión de juicio. Sin embargo, lo que sabemos es que “R” —la tasa de reproducción— todavía no está muy por debajo de uno, y la cifra oficial de nuevos casos confirmados se encuentra en 1,920 por día, en comparación con 390 en Italia, 440 en Alemania y 570 en España.
Dado que todavía hay un número elevado de casos en Reino Unido, la efectividad del régimen de pruebas y rastreo está muy en duda. Es muy probable que las infecciones despeguen una vez más.
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Si así ocurre, el regreso a una normalidad económica y social no se va a producir, independientemente de que haya o no nuevos confinamientos, porque muchas personas seguirán siendo muy cautelosas.
Y ADEMÁS
¿DEJARÁN QUE AVANCE EL MAL?
El articulista se cuestiona: ¿entonces qué va a hacer el gobierno?, y asegura que él espera que “dejar que avance”, esperando que el NSH pueda hacer frente y proteger a los más vulnerables. Si deja que se extienda la enfermedad, mientras que los otros países europeos hacen que sus estrategias más duras funcionen, entonces es probable que a la economía le vaya peor.