La frase de Mario Benedetti, “¿Cómo voy a culpar al viento por el desorden que vino a hacer, si fui yo quien abrió la ventana?”, nos invita a reflexionar sobre nuestro rol como padres en la formación de los hábitos de nuestros hijos. Cuando observamos que nuestros hijos adoptan conductas poco saludables, es importante preguntarnos cómo pudimos haber sido nosotros quienes abrimos la “ventana” hacia esos comportamientos. Aunque el entorno pueda influir en la creación de hábitos dañinos, debemos reconocer que nuestra responsabilidad es fundamental para cuidar la salud y el bienestar de nuestros pequeños.
Como padres, desempeñamos un papel crucial en la construcción del estilo de vida de nuestros hijos. A veces, sin darnos cuenta, fomentamos hábitos que, aunque prácticos en el momento, pueden convertirse en riesgos para su salud. Pero aquí está lo importante: también podemos cambiar el rumbo y ser los guías que ellos necesitan.
Por ejemplo, nosotros decidimos qué alimentos ponemos a su alcance. Ofrecer dulces, refrescos o frituras parece inofensivo, pero estas elecciones diarias, acumuladas en el tiempo, contribuyen al desarrollo de enfermedades como hipertensión o diabetes. Ofrecer alimentos frescos como frutas y verduras, puede ser una gran diferencia.
Otro punto clave es el estilo de vida que modelamos. Ellos observan cómo pasamos nuestro tiempo. Si nos ven acostados frente a la televisión o sentados en la computadora, adoptarán esas conductas. A veces nos frustramos porque no quieren salir a jugar o practicar deporte, pero olvidamos que nosotros somos quienes marcamos el ritmo. Con pequeños ajustes, como incorporar actividades físicas juntos, podemos inspirarlos de manera positiva.
El uso excesivo de pantallas es otro desafío común. Les damos tablets para entretenerlos o calmarlos, y luego nos sorprende su enojo cuando intentamos limitar ese tiempo. Sin embargo, muchas veces somos nosotros quienes estamos igualmente absorbidos por nuestros celulares. Nos preocupa que no se despeguen de las pantallas, pero en realidad, solo están imitando lo que ven en nosotros. Acordar pasar tiempo como familia sin pantallas, con juegos de mesa o platicando, puede ser la clave para lograr un equilibrio más saludable.
¿Y qué decir de las noches? A veces permitimos que se desvelen para evitar conflictos. Olvidamos que el descanso es esencial para su desarrollo físico y mental. Ayudarlos a establecer rutinas de sueño consistentes es un regalo para su futuro.
También es común que cedamos en poner límites para evitar discusiones. Pero esos límites son necesarios. Son la base que les permite desarrollar autocontrol, buenos hábitos y una relación positiva con su salud. Y aunque no siempre es fácil, cada límite que establecemos con amor tiene un impacto positivo.
Es importante recordar que, como padres, somos ese filtro entre nuestros hijos y el entorno lleno de modas y presión social. Somos quienes podemos enseñarles a tomar decisiones conscientes y saludables.
Volviendo a las sabias palabras de Benedetti, no podemos culpar al viento por lo que ocurre cuando somos nosotros quienes abrimos esa ventana. Este es un llamado amable, pero firme, a actuar y a cerrar esas ventanas que conducen a hábitos dañinos para abrir otras llenas de oportunidades respecto al bienestar familiar.
Crear un ambiente saludable es nuestra responsabilidad. Tú tienes el poder de influir positivamente en el bienestar de tus hijos. Este mes del niño, regálales la oportunidad de vivir más y mejor.