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La decencia en decadencia

Ciudad de México /

No es preciso ir muy lejos para certificar que la decencia ha caído en desuso. Eso que el diccionario llama “dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas” es hoy un eufemismo de límites borrosos que cada quien estira, disminuye o relativiza de acuerdo a su inmediata conveniencia.

Casi nadie osaría responder con un rotundo no a la pregunta: “¿Es usted decente?”. Me temo, sin embargo, que la gran mayoría estaríamos mintiendo, no porque nos estorbe la decencia, sino porque estos tiempos dejan muy poco espacio para practicarla. Son años de bribones poderosos y ciudadanos empequeñecidos, donde la generosidad es confundida con estupidez y le basta al mezquino un gesto baladí para hacerse la fama de filántropo.

Había, en otros tiempos, una virtud llamada “valor civil”. Solía haber clemencia para quienes tenían las agallas de confesar sus faltas y buscar la manera de hacerse perdonar. Hoy eso es visto como debilidad. A la gente le escuecen las críticas ajenas, por más que sean hechas con tacto y gentileza. Ya da miedo expresar una opinión, ante la perspectiva de que se nos ataque con grosería extrema y fundamento escaso. Se trata de gritar más fuerte que el de enfrente, así no sean más que balbuceos.

Uno de los problemas de la decencia tiene que ver con los pelafustanes que hablan en su nombre, a menudo desde una moralina que delata su escasa convicción. Piensan, los administradores de la decencia, que en su defensa tienen el derecho a ser tan indecentes como se les ofrezca, como esos policías de tránsito que se pasan los altos por deporte. Si en otros tiempos la derecha y la izquierda se juraban decentes por motivos genéricos e intercambiables, hoy chapotean en un mismo lodazal, donde nada de lo que dicen o hacen merece recordarse al día siguiente, como no sea por su hedor a podrido.

Sabe uno que su mundo está en decadencia de sólo recordar que el enemigo número uno de los narcos latinoamericanos es a su vez un criminal convicto, y que hacerse ilusiones buscando su favor es tanto como hacerle carantoñas al diablo y esperar que le gane la ternura. ¿Necesito decir a quién concretamente me refiero, or you guys got my point? Podría gastarme los próximos renglones citando personajes indecentes en cuyas manos se halla este planeta, pero quiero creer que no soy el único que los maldice con asiduidad y dudo que haga falta enumerarlos.

Tal vez el peor defecto de la indecencia sea el nulo respeto a la palabra dada o expresada. Por más que haya videos que lo constatan, raro es quien se hace cargo de lo que dijo, ya no digamos lo que prometió. Hace tiempo, la gente caía en desgracia cuando eran exhibidos sus abusos; hoy se abusa con toda impunidad para probar que se es invulnerable, ahí donde la ignorancia pesa más que la ciencia, el cretinismo pasa por agudeza y la vulgaridad parece sucedáneo del ingenio.

Opinamos que el clima está decente cuando no es mucho el frío ni el calor. En tiempo de extremistas, sin embargo, la decencia se vuelve relativa y retórica. Un asesino en masa no es por fuerza indecente, si quien juzga echa mano de premisas tramposas, perversas y gaznápiras para legitimar lo inexcusable. De ahí que ahora resulte que hasta entre violadores y asesinos hay buenos y malos. Valga decir, decentes e indecentes. ¿Se comprende el tamaño de la indecencia?

Hay, en los indecentes de buena conciencia, una cierta soberbia licenciosa que les da carta abierta para hacer el mal sin por ello dejar de ser gente de bien, y de hecho serlo cada día más, si hay una causa noble que santifique lo que en otros sería condenable. ¿Será que soy el único que se levanta con la sensación de que el siglo XXI es pavorosamente medieval? 

El enemigo número uno de los narcos latinoamericanos es un criminal convicto. EFE



  • Xavier Velasco
  • Narrador, cronista, ensayista y guionista. Realizó estudios de Literatura y de Ciencias Políticas, en la Universidad Iberoamericana. Premio Alfaguara de Novela 2003 por Diablo guardián. / Escribe todos los sábados su columna Pronóstico del Clímax.
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