‘Otra Electra’

Ciudad de México /

La dramaturgia griega es tan poderosa que, pese a los 25 siglos que nos separan de su nacimiento, aún sigue impactando. Una de las muchas pruebas de ello es que buena parte de los personajes arquetípicos, no solo en el teatro, sino en otras áreas del arte, e incluso la psicología, la sociología, y hasta la política, vieron la luz en los escenarios de la antigua Ática.

Uno de ellos es Electra, curiosamente el único de los personajes griegos del cual se conservan tres textos completos, uno de cada uno de los grandes autores trágicos: Esquilo, Eurípides y Sófocles. Hija de Agamenón y Clitemnestra, Electra ha pasado a la posteridad –básicamente- por el desmedido amor que sentía por su padre, y el odio irrefrenable hacia su madre.  Ese mítico personaje ha dado pie a infinidad de reinterpretaciones (teatrales y de otros tipos) a lo largo de los siglos. Hoy, en La teatrería revive una vez más en Otra Electra.

Escrita por Edith Ibarra y dirigida por Óscar Rojas, Otra Electra sucede aquí y ahora, en una gran ciudad y en nuestro tiempo. Y cuenta una historia más que vigente y en la que muchos nos vemos reflejados. La madre (Beatriz Moreno) ha sido operada de la retina, no ve temporalmente y convaleciente tiene que depender al cien por ciento de su hija, con quien tiene una muy complicada relación, mientas que con el hijo (quien aparece solo de nombre, por cierto Horacio, que evidentemente remite a Orestes) todo es miel sobre hojuelas.

Adultos mayores, stress citadino, malos entendidos, depresión generalizada, pesadillas recurrentes (aquí en cuerpo de Valeria Betancourt) son los temas que aborda esta obra.

  • Hugo Hernández
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