El recuerdo llega como relámpago: José López Portillo, según escribe en sus memorias, no quería aceptar la propuesta de Miguel de la Madrid, pero finalmente cedió y nombró a su hijo José Ramón subsecretario de Programación de Presupuesto. Era —dijo el entonces presidente— el más preparado para el cargo y el orgullo de su nepotismo. José Ramón, según el apocado De la Madrid, fue el instigador de la nacionalización de la banca, anunciada en el último Informe de Gobierno de quien prometió defender el peso como un perro y dejó al país hundido en una de las crisis económicas más severas de la segunda mitad del siglo XX.
Eran los años dorados del PRI y Ricardo Monreal uno de sus cuadros más combativos; sus discursos incendiarios en defensa del régimen pueden recordarlos los opositores de aquel tiempo, o consultarse en la hemeroteca. Era un priista fiel aun en los momentos más delicados de su partido. No siguió los pasos de Cuauhtémoc Cárdenas o Porfirio Muñoz Ledo cuando decidieron crear la Corriente Democrática, no los acompañó en su salida del PRI ni mostró una mínima inconformidad por el fraude del 88.
Cuando el PRI no lo hizo su candidato a la gubernatura de Zacatecas, Monreal se refugió en el PRD y ganó las elecciones. Desde entonces ha estado a la sombra de AMLO, tolerando su intemperancia y en ocasiones su desdén.
Monreal conserva su talante priista, como se ha visto en estos días con la reforma al Poder Judicial, liderando la aplanadora de Morena en la Cámara de Diputados. Pero también, polvo de aquellos lodos, teniendo a su hija Catalina como el orgullo de su nepotismo: “Es una mujer preparada, con capacidad y mucho corazón para darle vida a la alcaldía [Cuauhtémoc]”, escribió con vistas al proceso electoral del 2 de junio. Pero su “preparada” hija perdió ante Alessandra Rojo de la Vega, a quien ahora pretenden arrebatarle el triunfo bajo el pretexto de haber cometido “familismo”, delito esgrimido por Armando Ambriz Hernández, cercano a Monreal y presidente interino del Tribunal Electoral de la Ciudad de México. El PRI, con todas sus mañas, está de regreso y se llama Morena.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.